Brig.
Gen. (R) VGM Ruben MONTENEGRO
AYER.
En
el Boletín Opciones del año 2013 advertimos, en el artículo titulado “LA NECESIDAD DE RECREAR UN FUTURO
CONVOCANTE”, una situación
caracterizada entonces por “Un presupuesto lo suficientemente exiguo como para
estrechar considerablemente la actividad
de vuelo, una aviación de combate
prácticamente inexistente, con la escasa
actividad posible orientada hacia tareas
que siempre fueron consideradas subsidiarias, un futuro presupuestario
desalentador y un horizonte profesional, tanto para los
jóvenes como para los más veteranos, en
franca disolución, entre otros factores
adversos, no pueden más que originar serias perturbaciones”.
No
obstante, y pese a todo, la alocución
del entonces recientemente asumido Jefe de Estado Mayor General Brigadier
Mayor Mario Miguel Callejo, durante la
ceremonia aniversario de la Institución en ese
año, resultó alentadora
incluyendo resultados en marcha como otros a concretar, muchos de ellos
pendientes de decisiones políticas. Empero,
lo esencial estuvo en sus alusiones al significado y la exaltación a los sentidos de pertenencia y permanencia
y a la necesidad de protagonismo
de los miembros de la institución. En tal sentido se subrayó, en el
artículo en cuestión, que “la tarea de reavivar tales cuestiones, que adquieren
un carácter transcendente en el actual escenario, deberá ir acompañada irremediablemente por el
logro de resultados concretos que
permitan a los integrantes de la Fuerza
sentirse partícipes de una nueva etapa.
Esa sensación es la que allanará el camino a recuperar no solo el sentido de
pertenencia y permanencia sino, con toda seguridad, su compromiso con la Institución”.
Dos
años más tarde, el Boletín Opciones 2015 incorporó otro artículo; “UN FUTURO CONVOCANTE, UNA CUESTIÓN TODAVÍA
POSTERGADA”, en concreta
alusión a que la compleja situación que
acosaba a la Fuerza en el año 2013 no solo se mantenía
vigente sino que, en algunos ámbitos particulares, había empeorado.
Se destacó en aquel momento que “El presente
estado de cosas sigue constituyendo un extraordinario desafío para la
Conducción Superior en orden a tratar de remontar la Institución, en este caso
nuevamente con las expectativas que generan la perspectiva de cambios de
autoridades políticas y la posibilidad de encontrar en ellas respuestas que permitan, al menos razonablemente, emprender
acciones tendientes a recuperar lógicos niveles de capacidad operacional y, con ello, recrear
las perspectivas profesionales del personal”.
“Lo esencial, en esta instancia, será que el plano político admita que intentar una seria recuperación constituirá un desafío extremadamente significativo,
extendida en el tiempo, sostenida institucional y políticamente
y abarcando la integridad de la
Fuerza habida cuenta el generalizado grado de deterioro en casi todos sus ámbitos”.
Sería
redundante señalar, pero no por ello necesario omitir, que a hasta fines de ese
año nada había cambiado en cuanto a la penosa situación de la Institución a
pesar de los innumerables anuncios de renovación de material aéreo que nunca se
concretaron con excepción de la apresurada incorporación de los aviones Grob
120 TP (año 2013) con motivo de la
abrupta desprogramación de los veteranos T 34 Mentor (culminado así una carrera
operativa institucional que duro 54 años).
Innumerables
rumores, tramites “fallidos” y
expectativas pendientes de “estudios y análisis” en el ámbito del
MINDEF, por otra parte, fueron moneda corriente en cuanto a la modernización
y/obtención de material aéreo de sustitución de la añosa flota de la Fuerza.
Así fue como pasaron, y se
desvanecieron, por ejemplo, “posibles”
incorporaciones de aviones de distinto
origen y antigüedad para el reemplazo de los MIRAGE propios, finalmente desprogramados en noviembre del 2015.
Sin
pretensión de seguir un orden cronológico ni concéntranos en detalles , similar suerte corrieron la “modernización y
re motorización” de aviones PUCARA, la declamada fabricación de 40 aviones
Pampa, la extinción del proyecto IA 73 (estimado reemplazo de los MENTOR ahora
reemplazando por el imaginado IA 74), la
“interminable” tarea de materializar concretamente la versión del PAMPA III,
entre tantas cuestiones vinculadas con las intenciones de recuperar degradadas
capacidades operativas tanto en el ámbito de la instrucción como en el del
adiestramiento. Tareas en su mayoría asumidas por FAdeA con notable
incompetencia y desconexión con las necesidades de la Fuerza.
Ante
la desprogramación del último Fokker F
27 Friendship en servicio (noviembre del 2016)
como la no muy lejana desactivación del material Fokker F28 Fellowship
debido a su añosa vida (40 años de servicio) y
lo altamente gravoso que resulta su actual mantenimiento nos encontramos
con, prácticamente, un par de programas
de modernización en desarrollo. El de cinco Hércules C 130 cuyo primer avión,
TC 69, ha sido completado en Estado Unidos de Norteamérica previéndose
completar el resto en FAdeA hasta el año 2019/20 y el de aviones Twin Otter, iniciativa
de la Fuerza y realizándose en el Taller Regional Quilmes.
En
cuanto a la llegada de dos helicópteros rusos M 17, esencialmente importantes
para las anuales campañas antárticas, su mantenimiento y operación se ve
altamente amenazada por el alto costo
de las inspecciones a las cuales
deben someterse en poco tiempo. Los tres que quedaron pendientes de
incorporación, tal cual se informara oportunamente para conformar un lote de
cinco, finalmente nunca se concretó su compra.
HOY.
La
llegada de un nuevo gobierno, a partir del 10 de diciembre del 2015, constituyó
una luz de esperanza en cuanto el futuro de la institución, ya en un avanzado
estado de licuación general. En tal sentido resultaba indiscutible, y todavía
lo es, que un plan de recuperación de
capacidades de la FAA no podía, ni aun puede, estar desligada de la realidad
económica financiera en que quedó inmerso el país fines del 2015. Cuestión
sobre la cual, por otra parte, los
mandos de la Fuerza son absolutamente conscientes.
También
es merecidamente reconocido que la nueva gestión, luego de doce años de
desatención y muestras de arrogancia para con las FFAA de parte del gobierno saliente, muy especialmente por quienes fueran sus Comandantes en Jefe, ha adoptado una relación
de importante consideración para con ellas
además de advertir públicamente el estado lamentable de sus capacidades
operativas.
No
obstante ello resulta imprescindible remarcar algunos aspectos, al menos en lo
que particularmente atañe a la Fuerza Aérea.
1.
A poco de comenzar el año 2016 tomó estado público la decisión del Ministro de
Defensa, luego de una reunión con el Presidente de la Republica, de elevarle “un ambicioso y profundo plan de reforma de las instituciones armadas”
en el término de sesenta días,
cuestión que al presente pareciera seguir pendiente, por lo menos en lo que
debieran ser sus criterios más trascedentes.
2.
La información referida a que el Presidente de la Nación, recién en el mes de octubre,
recibió al JEMG de la Fuerza para escuchar cuales son las
aspiraciones de la Institución en orden a modernizar/reequipar su escasa y
anticuada dotación de aeronaves disponibles así lo demuestra.
3.
Es posible que, en consonancia con tal presentación a principios de noviembre,
la prensa ha informado que el gobierno apunta a un “plan plurianual de recuperación de la capacidad militar para las
Fuerzas Armadas”. En el caso de la Fuerza Aérea se menciona la posibilidad
de incorporación de 12 aviones de entrenamiento de Texan T-6 y 2 aeronaves de
transporte mediano Airbus C 295. A lo expuesto debe agregarse la reciente
contratación de aproximadamente 6.000 hs
de vuelo adjudicadas a la Escuela de
Aviación Militar a prestar por aviones de entrenamiento primario Tecnam P
2002JF Sierra (Curso Básico Conjunto Aviadores Militares).
Lo
hasta aquí mencionado, además de la ejecución de programas de recuperación de
aviones Hércules y Twin Otter no dejan
de ser indicios, por modestos que pudieran juzgarse, en orden
a recuperar parte de la actividad
aérea de la Institución (no así la capacidad de defensa), en un complejo contexto nacional en donde se entrecruzan demandas
presupuestarias de todo orden y en el cual
las correspondientes a la Defensa Nacional tradicionalmente han sido sumamente
relegadas por casi todo el arco político.
Cabe
preguntarse, por otra parte, si los anuncios de incorporación de medios aéreos responde al concreto diseño
del “ambicioso y profundo plan de
reforma de las instituciones armadas” señalado precedentemente o
resultarían adquisiciones/modernizaciones
producto de situaciones circunstanciales o temporales respondiendo a “lo que se puede” y no a “lo que se debe”.
Sin
duda se está apelando a lo primero, lo cual no deja de estar en sintonía con los apremios del gobierno en
superar el descalabro económico financiero que recibió. Sin embargo resulta
vital, para lograr transitar un
razonable camino de recuperación de la Fuerza, que se advierta sin rodeos que
la Institución lo que requiere no es una transformación, reestructuración o
modernización, términos que parecieran sugerir la “evolución” o el
“aggiornamento” de una organización que,
por anticuada que fuera, se encuentra funcionando. Lo que necesita en forma perentoria es iniciar una “reconstrucción” sistémica que permita recuperar armónicamente todos sus
componentes, al menos, al largo plazo y
mediante sucesivas etapas.
Como
paso inicial e imprescindible, para avanzar coherentemente en tal sentido, debiera definirse la demanda política sobre la institución, es
decir, que es lo que se espera de ella
en cuanto a la naturaleza del rol o misiones
a desempeñar y la determinación de prioridades al respecto. A
continuación una etapa de intercambio de ideas con la Fuerza en orden a
establecer la factibilidad, en
particular por las actuales condiciones de la institución y la disponibilidades
presupuestarias existentes, de alcanzar progresivamente aptitudes acordes con la demandas y
prioridades impuestas.
Lo
expuesto debiera promover una planificación a largo plazo que contemple
recuperar las distintas capacidades, tanto en los ámbitos del personal, de
la logística como en las
operativas, ordenadamente, con el
indispensable apoyo político y asignaciones presupuestarias firmes a lo largo
del proyecto. Un proceso de esta naturaleza, sin duda, contribuirá a esbozar el
perfil de la FAA del futuro.
REFLEXIONES FINALES.
1. Toda pretendida “transformación” o “modernización” de una
organización, en el particular caso de la FAA la “reconstrucción integral de sus componentes”, que
comienza sin fijar a priori que se desea de ella, definitivamente conducirá al fracaso con la
consecuente desazón de sus integrantes.
2. La FAA debe “VOLVER A VOLAR”, al menos
gradualmente. Una fuerza aérea que no vuela es una institución a la cual le han
quitado la razón de su existencia y mucho peor si no está en condiciones de defender los intereses vitales de su país
(artículo 2° de la ley de Defensa Nacional). El reemplazo de la aviación de combate, ya
irremediablemente perdida, pareciera no vislumbrarse, al menos al mediano
plazo. ¿Hasta cuándo pendiente recuperar
esa capacidad por lo menos progresivamente?
3. Resulta importante
advertir que a partir de argumentos tales como “la FAA no está en condiciones
de satisfacer requerimientos propios y extra institucionales”, ciertamente por
carencia de medios, y que “la vigilancia y control del espacio aéreo está
ligada íntimamente a cuestiones de
Seguridad Interior”, otras FFAA y FFSS reclaman la incorporación de medios a sus
organizaciones, en particular de aeronaves de transporte mediano y para tareas
de vigilancia aeroespacial, interceptación
e identificación. Duplicar capacidades, en
cualquier caso, constituirá un
serio atentado a la racionalidad y economía de medios de un país que debe
manejarse con apretados presupuestos en todas sus áreas. En otro orden,
significaría dotar a FFSS con equipamientos propios al instrumento militar, en
este caso, vinculados naturalmente a la misión del Comando de Defensa
Aeroespacial dependiente del Estado Mayor Conjunto de las FFAA. ¿La solución? Reequipar a la FAA para el eficaz e íntegro
cumplimiento de su rol en el espacio aéreo, el
“ámbito natural” para sus operaciones.
4. Cabe preguntarse finalmente ¿Que utilidad
puede tener para el país mantener una Fuerza Aérea sin objetivos claramente
definidos, sin capacidad operativa y con cuadros de personal sin incentivos
profesionales y sujetos a mediocres salarios? No solo ninguna sino que, además, producir un considerable erogación del tesoro
nacional sin sentido alguno. Justamente decidir y actuar en ese orden es una obligación imprescindible de
naturaleza política. En otras
palabras, desde la política no solo se
deben declamar las deficiencias sino, inexcusablemente, obrar en consecuencia.
Buenos
Aires, Diciembre 2016.
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